El gazpacho, uno de los platos más emblemáticos de la gastronomía española, y parte importante de la dieta mediterránea, nace de la mezcla de productos vegetales frescos como tomate, cebolla, pimientos, pepino y ajo, junto con aceite, vinagre o limón y, en algunos casos, pan, todos ellos triturados y que se sirve frío.
Cuenta con múltiples variedades y puede elaborarse de diferentes maneras.
En ello, influyen cuestiones como el gusto, la receta preferida de cada uno o la influencia recibida.
De hecho, pese a que en el pasado hay referencias al gazpacho como sopa de ajo o hierbas aromáticas que ya se hacía en la antigua Roma, no es hasta la época de al-Ándalus cuando nace la evolución del actual gazpacho.
En aquel entonces, se servía como una sopa con ingredientes como pan, ajo, aceite, vinagre, agua y sal.
Los primeros gazpachos no poseían los ingredientes de las recetas actuales.
El tomate y el pimiento, dos de los ingredientes principales, son originarios de América y traídos por los españoles en el siglo XVI, por lo que se incorporaron más tarde a nuestra gastronomía.
En la aparición del gazpacho contribuyeron al desarrollo de la receta los jornaleros y campesinos andaluces, ya que aprovechaban el pan seco de días anteriores, lo mojaban en agua para reblandecerlo y lo mezclaban con tomate, ajo machacado, sal, vinagre y aceite, algunos también incorporaban pepino o pimiento.
Era un alimento básico durante las largas jornadas bajo el sol.
En la actualidad, se emplea como un alimento que, aunque se consume durante todo el año por sus excelentes propiedades y valor nutritivo, durante los meses de mayor calor aumenta notablemente su consumo por su también poder refrescante.
En algunas recetas, también se emplea pan para aumentar su volumen o espesor.
En este caso, el plato es conocido como salmorejo, un producto muy apreciado también por los consumidores.
Por último, otros ingredientes que también se utilizan son el aceite de oliva, el vinagre, el agua o la sal.
Un viaje por alguna de las variantes del gazpacho a lo largo de nuestra geografía: Desde el nacimiento del actual gazpacho en el siglo XIX, su popularidad ha ido creciendo y a medida que cruzaba nuevas regiones este iba sufriendo algunas modificaciones en la receta.
Igualmente, en Andalucía también se cuenta con la “Mazamorra”, que consta de un majado de pan duro remojado, aceite, ajo, sal y vinagre.
En Extremadura se conoce como cojondongo a una especie de puré o gazpacho espeso hecho con miga de pan, ajos, aceite, vinagre sobre el que se coloca un picado de cebolla, tomate y pimientos.
El conocido como gazpacho manchego se localiza en Albacete.
Se elabora en caldero y en su gran mayoría preparado en caliente como si se tratase de un guiso.
Se suele preparar con carne de caza y pan.
Para finalizar con algunas de las variantes más importantes, viajamos hasta Murcia, donde se elabora el gazpacho murciano.
Esta receta no lleva pan, solo se pican muy finas las hortalizas, se aliñan y se cubren con agua fría, dejándolas macerar durante varias horas.
Igualmente, puede añadirse orégano fresco, aportando un sabor que no deja indiferente a nadie.
Sin duda, el gazpacho cuenta con múltiples variedades y puede elaborarse de diferentes maneras.
En ello influye el gusto, la receta preferida de cada uno o la influencia recibida.