Conejo al ajillo es una de esas recetas de la abuela muy sencilla de preparar y para la que necesitamos muy pocos ingredientes, pero con un resultado maravilloso donde el conejo queda muy tierno y sabroso. La carne de conejo es una carne blanca con muy poca grasa y es una opción estupenda para guisar como vamos a hacer en esta receta. En esta ocasión, utilicé un conejo entero que me trocearon en la carnicería y para aromatizar el guiso, añadí una ramita de romero pero también se podría utilizar tomillo, un poco en función de los gustos de cada casa. La cuestión más importante para hacer este guiso es tener cuidado de que no se nos queme el ajo, ya que le aportaría un sabor desagradable al plato. El resto es una elaboración muy sencilla, una receta de toda la vida que no tiene ninguna dificultad. Lo primero que haremos será sazonar 750 g de conejo troceado con sal y pimienta negra molida por todos los lados del conejo. Ponemos una cazuela a fuego medio con 40 g de aceite de oliva y cuando el aceite esté caliente, añadimos los ajos enteros y dejamos que se doren un par de minutos vigilando que no se quemen. Después, los retiramos de la cazuela y los reservamos. En la misma cazuela, subimos un poco el fuego y añadimos los trozos de conejo para dorarlo. Vamos a dorar el conejo 4 minutos por cada lado. A continuación, añadimos los dientes de ajo picados, los repartimos bien por toda la cazuela y los sofreímos 1 minuto hasta que se pongan doraditos. Ahora, vamos a añadir 200 ml de vino blanco, 1 ramita de romero y los ajos enteros que teníamos reservados. Esperamos a que el conjunto rompa a hervir y en cuanto empiece el hervor, lo dejamos cocinar 30 minutos a fuego medio-bajo con la cazuela tapada. A mitad de cocción, le daremos la vuelta a los trozos de conejo. Pasados los 30 minutos de cocción, ya tenemos listo para servir este conejo al ajillo.