La sopa de pescado es un plato al que de pequeña no prestaba mucha atención pero que ahora me conquista por completo.
Esta receta es un plato de cuchara nutritivo, reconfortante y saciante, pero al mismo tiempo ligero y, sobre todo, sabrosísimo, como el mejor consomé.
Puede ser un plato de fiesta -tan típico en Navidad-, pero podemos ajustarnos a lo que ofrezca el mercado en cada momento.
Para una comida de diario no me complico, combinando pescado blanco, langostinos y almejas, ya tendremos una sopa marinera de chuparse los dedos.
Su internacionalización es evidente, encontrando por el mundo recetas como la sopa bullabesa, quizá la sopa de pescado más famosa del planeta, pero no dejemos nunca de lado la importancia de un buen fumet de pescado para hacer una sopa verdaderamente rica.
Lo primero es dejar a remojo las almejas en agua fría.
Después recomiendo ir preparando las verduras; lavar las zanahorias, el puerro y el apio, pelar ligeramente y picar en piezas muy finas junto con la cebolleta y el puerro.
Sacar la pulpa del pimiento choricero o ñora en el caso de que no tengamos reservas -yo siempre dispongo de porciones pequeñas en el congelador-.
Si ya tenemos fumet casero nos podemos ahorrar el paso de hacerlo.
En caso contrario, con improvisar un poco rápidamente aprovechando las cabezas y cáscaras de los langostinos, y las cabezas o espinas del pescado -si las hubiera-, ya nos quedará mucho mejor que un caldo mediocre industrial.