Más del 57% del pescado que se consume actualmente en el mundo proviene de acuicultura, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), lo que convierte a este método de cultivo ser una respuesta concreta, eficaz, sostenible y cercana a un problema global: ya no hay suficiente pescado silvestre para alimentar a toda la población.
Por eso, la acuicultura no compite con la pesca extractiva. La complementa. La sostiene. Ambas son necesarias, y de su equilibrio depende que podamos seguir disfrutando del pescado como hasta ahora, sin agotar los recursos de los océanos, mares y ríos.
La acuicultura española no ha ido ganando terreno por casualidad, nadie se posiciona como referente sin trabajo y sin responder a unos estándares de calidad y seguridad máximos.
El sabor y aporte nutricional de los pescados de acuicultura de España es excelente, además de una garantía de frescura ya que el pescado cultivado en España suele llegar al mercado en menos de 48 horas desde su cosecha, con plena trazabilidad y sin depender de barcos ni importaciones.
Respecto a la seguridad alimentaria, está asegurada. Las condiciones del agua, la alimentación de los peces y su bienestar son monitorizados de forma continua. La acuicultura española está regulada por normativas europeas extremadamente estrictas, lo que ha convertido al sector en uno de los más controlados del mundo.