Muchos clientes dicen que lo que más les sorprende al entrar en un hotel sólo para adultos es el silencio que impera en gran parte de sus zonas nobles, sobre todo en los lobbies de entrada y en las piscinas.
Y, según ellos mismos, no hay mayor placer, cuando el objetivo de las vacaciones es relajarse y descansar, que tumbarse en una hamaca a dormir la siesta y poder hacerlo sin el bullicio de los establecimientos familiares.
Nos sugieren el Barceló Teguise Beach de Lanzarote para comprobarlo.
Otro de los grandes placeres de las vacaciones es, para muchos, degustar exquisita gastronomía, algo que a veces es complicado si viajas con niños.
Por eso, los hoteles sólo para adultos dan mucha importancia a la comida, para que sus clientes aprovechen su “soltería familiar” para mimar sus paladares.
Cualquiera de los 6 restaurantes a la carta del Royal Hideway Playacar de la Riviera Maya (México) nos convencerán.
Antes o después el estrés del día a día pasa factura, así que muchos son los que aprovechan sus vacaciones para hacerse un tratamiento de belleza o una terapia de relajación.
Los efectos suelen ser inmediatos, y se prolongan, al menos, hasta que finaliza la escapada.
Por eso casi todos los hoteles sólo para adultos cuentan con spa o, como mínimo, con servicio de masajes.
En el Barceló Jandía Club Premium, de Fuerteventura, saben bien de lo que hablamos.
Y por último, aunque para muchos es lo más importante, se encuentra la animación.
Y es que muchos padres y madres ya no se acuerdan de lo que es salir una noche, y menos de lo que es bailar y tomarse una copa sin preocuparse de la hora.
Así que la mayoría de los hoteles sólo para adultos cuentan con un programa de animación que varía en función del tipo de hotel.
La oferta del Occidental Papagayo de Costa Rica no defrauda.