Los que buscaban el último paraíso isleño en lugares como Fiyi, las Maldivas y Tahití sólo tenían dos opciones: una habitación de hotel o una villa en la playa.
En 1967, en la isla de Raiatea —que, al carecer de playa, resultaba difícil de vender a los turistas—, un trío de californianos conocidos como los ‘Bali Hai Boys’ concibieron un alojamiento de ensueño: el bungalow sobre el agua.
En su momento aseguraron al gobierno que, al igual que las cabañas de pesca tradicionales de Tahití, no dañarían el coral con sus estructuras de tejados de hojas de pandano, y ese edicto sigue siendo válido a día de hoy.
Su trío de bungalows en el Hotel ‘Bali Hai’ se convirtió en una moda que se extendió a Bora Bora y más allá; al fin y al cabo, las encantadoras cabañas sobre pilotes ofrecían una inmersión en la magia del mar, sin gafas de buceo ni tanque de aire.
Ahora, con 50 años de antigüedad, estos icónicos refugios para lunas de miel, son codiciados no sólo por su romanticismo sino por su fácil acceso a la contemplación en Technicolor de multitud de criaturas marinas.
Su tierra natal, Tahití, cuenta con casi 900 islas, desde Moorea (donde están prohibidas las actividades motorizadas para proteger su prístina laguna) y Tikehau (en la que, por la noche, los tiburones nadan bajo las encantadoras cabañas del ‘Tikehau Pearl Beach Resort’) Rangiroa (los diez bungalows del Hotel ‘Kia Ora’ cuentan con algunas de las mejores vistas de todas las islas) y Bora Bora, donde los bungalows de ‘Le Meridien’ orientados al monte Otemanu tienen el mayor suelo de cristal de todos.
Por supuesto, otros destinos han hecho todo lo posible para ponerse al día, y ahora hay un número enorme de villas con techo de madera y paja que se levantan no sólo sobre el Mar Caribe, el Mar de China Meridional y el Océano Índico, sino también sobre lagos.
Dondequiera que se encuentren, los bungalows sobre el agua tienden a incluir elementos similares, y las características de diseño tienden a ser parecidas.
Los techos de paja hechos con materiales naturales y autóctonos (que deben sustituirse cada dos años) son la norma, al igual que la disposición de los bungalows unidos a una pasarela de tablones de madera.